domingo, 7 de abril de 2013

Llego a la planta baja, mi madre en la cocina, recargada en la barra a un lado de la estufa, voy hacia ella, cometí el error de dejarme el paquete de cigarrillos en el bolsillo de mi camisa, cuando ella se les quedo viendo pensé que se mortificaría, pero no, con cara de preocupación me pidió cigarrillos, no le dí un solo cigarrillo, le dí la caja ya abierta, ella tomo uno y lo puso junto a la cafetera, y de inmediato tomó otro, que se lo llevó directo a la boca; cuando buscaba mi encendedor ella ya se había inclinado hacia la estufa, lo encendió con una de la sus llamas, me quede viendo como lo encendía de esa manera. Ella parece ofendida, y me dice -¿Qué ves?- con una cara como juzgándome. -Nada- le respondo, pero esa acción nunca la habría anticipado. -Así los encendía cuando era joven, tu abuela me descubrió y se empecino en que no hubiera un solo cerillo o encendedor en la casa, no se le ocurrió quitarme lo cigarrillos, no era muy lista, yo saque a mi padre, callado, temible y testarudo con sus vicios; el me enseño a beber, me dijo que era mejor que aprendiera en casa en lugar de un bar de mala muerte. Lo que podía decir con toda certeza sobre mi padre era que de verdad nos amaba a mi madre, a mis hermanas y a mí.
Ella se nota triste de repente, -¿Haz comido algo?- le digo. -No- me dice indiferente. -¿Quieres que te prepare algo?-. Enfadada me da un fuerte: -No-. Se que estos momentos es un manojo nervios, así que me limito a mirar el piso con una cara de tristeza a lo que ella responde llorando, con una voz con la que puedes saber que su corazón esta destrozado: -Le dije, le dije muchas veces que nunca saliera al parque sin permiso, que esperara a que yo llegara del trabajo, que podíamos llegar por un helado después, como es posible que la única vez que la dejara salir a la calle ella nunca regresara-. -No es tu culpa- le digo. -Si, si que lo es, le mi menos importancia por una vez y mira lo que paso, ella murió, yo la mate-. sería prudente que le dijera que no era su culpa, que ella no tuvo nada que ver, pero me quedo callado. ella sale de la cocina con el cigarro en la mano izquierda y su otra mano aferrada a su vestido negro, se dirige a su habitación al final del pasillo. Después de unos segundo de sentirme como basura por no decir algo para aliviar su culpa, pero mi hermana fue atropellada porque alguien la dejo salir sin supervisión; ahora solo quiero salir de esa casa, junto a al cigarrillo que dejo en la barra dejo toda la caja y el encender, ellos los necesita más que yo.
Salgo a la calle, me quedo en el pórtico y veo a mi amigo Carlos, pareciera que se ha drogado bastante, generalmente es un consumidor casual (incluso he compartido algunas dosis con el), pero hoy se ve fuera de lo normal, en su mirada se nota que quiere salir de la realidad.

                                                                                              -Ricardo E.

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